Plan de acción de Trump para la IA: medidas clave y rumbo frontal contra Europa

Libertad de expresión versus regulación
Uno de los puntos más controvertidos del plan reside en la exigencia de que los chatbots y sistemas conversacionales aseguren la máxima libertad de expresión a los usuarios, prohibiendo la implementación de políticas que limiten el debate en temas como identidad de género, cambio climático o histórica racial. Según la Casa Blanca, “Los estadounidenses necesitarán resultados fiables de la IA, pero la integración de sesgos ideológicos o programas sociales en los modelos puede distorsionar la calidad y la precisión de los resultados”, se indica en el plan de acción. El gobierno de Trump afirma que solo firmará contratos federales con desarrolladores capaces de demostrar la "objetividad" de sus sistemas, excluyendo toda influencia social en sentido amplio.
Choque normativo con Bruselas
El planteamiento de Trump choca frontalmente con la estrategia de la Unión Europea, que afina los últimos detalles de la ley IA Act para obligar a los grandes actores del sector a evaluar y mitigar riesgos sistémicos, garantizando la neutralidad y la protección de derechos fundamentales. Bruselas ya ha advertido sobre los peligros de modelos sin filtros ideológicos tras los incidentes recientes con Grok, el modelo de Elon Musk, que permitió declaraciones conspirativas o racistas, y se prepara para endurecer la supervisión sobre servicios de IA procedentes de Estados Unidos. Todo esto ocurre en un contexto de negociación tensa sobre normas y aranceles tecnológicos transatlánticos.
Una diplomacia centrada en la exportación de IA
Otro pilar del plan es la llamada “diplomacia de la IA”: Washington movilizará recursos públicos, tanto a través de su Agencia de Desarrollo como de la banca de exportación, para asegurar que los modelos estadounidenses se conviertan en referencia internacional. Trump ha dejado claro que su prioridad no es solo dominar el mercado nacional, sino también promover activamente alianzas con otros Estados para extender la influencia de la IA estadounidense. Esta ofensiva incluye facilitar la construcción de infraestructuras clave, como centros de datos, y competir directamente con los intentos de Europa, China y los Emiratos Árabes Unidos de impulsar sus propias plataformas tecnológicas.
Combate al "sesgo ideológico"
Por último, el plan pretende imponer una restricción drástica: ninguna agencia federal podrá contratar sistemas de IA que incorporen lo que el gobierno define como “sesgo ideológico”, especialmente los relacionados con políticas de representación de minorías. “Esta directiva podría potencialmente eliminar los pocos salvaguardas destinados a impedir que la IA perpetúe o agrave los prejuicios sociales existentes”, advierte la organización ACLU. El Centro para la Democracia y la Tecnología (CDT) también ha criticado con dureza este enfoque: “El gobierno de Trump actúa como un ministerio de la verdad digital, obligando a los desarrolladores a construir modelos alineados a su visión de la realidad”, señala la organización.
El mandato presidencial incluye instruir a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) para revisar y anular aquellas leyes estatales que supongan trabas regulatorias al despliegue de la inteligencia artificial en todo el país. Todo apunta a una estrategia de recentralización, eliminando requisitos adicionales y apostando por un estándar nacional único.